El blog de Botellas a la mar

  La Virgen de nuestros pueblos, la Virgen de nuestra historia, la Virgen de nuestras vidas.

   ¡María, persona viva! La siempre bella, hermosa,  perfecta, la siempre Inmaculada, fecunda como ninguna  ¡Siempre Madre!  ¡La Madre del Hijo Único!

  La Madre de su Hijo, de su Dios. Por ser Madre de Dios,  es Madre de los hombres, porque, sólo desde la Divinidad,  puede prolongar hasta lo  infinito la vida, sólo en la Divinidad tiene realidad el misterio, sólo desde la Divinidad,  se hace  el alma y el corazón inmenso con la misma inmensidad del mismo Dios, porque es Dios mismo quien los llena. María,  la llena de gracia, la invadida de Dios, la colmada, la amada con predilección ante toda la creación, la subida al Cielo y ensalzada, la admirada por los ángeles y arcángeles. La Esclava del Señor.

   Con su respuesta y actitud se hace así  misma  el mejor Don que puede ofrecer a Dios, es la alabanza perfecta y perenne. Es la Mujer de corazón nuevo, abierta, sumergida en el silencio de la escucha de la Palabra y  en una donación libre a Dios. Desde una libertad del conocimiento de sí y conocimiento del mismo Dios, se sumerge por propia decisión, como respuesta a la llamada de El,  en una gran vivencia de fe,  hace un camino largo,  entre dificultades y pruebas, que sólo el contacto con Dios, con Jesús y,  la experiencia del Espíritu, la harán realizar su misión como Madre de Dios y Madre de los hombres. María en la exaltación de su respuesta participa con Cristo en el misterio de su venida, de su vida, de su muerte y resurrección,  en la profundidad del misterio mismo.

  Con  su compromiso sincero y vital, al unir su vida a la de Jesús, al vivir los dos la misma del Padre, es el Amén perfecto a la obra de Cristo, a la obra de salvación y amor. ¡Bendita Tú, entre  todas las mujeres!

  María es un regalo de Dios a los hombres. Ella es Madre y como tal atrae desde su humanidad amorosa, sencilla y humilde, pero a la vez divinizada, se hace cercana y caliente. Con su presencia purifica, transforma, va desde ÉL haciendo nuestro corazón de piedra corazón de carne, más capaz de ser uno con los demás. Es un misterio de amor. Misterio de amor que explica lo que es María. Ella es unión de sentimientos, espera y confianza mutua.  Al ser la complacencia, el centro de amor de Dios y la admiración de los hombres, es la alabanza a la obra de Dios.

  María es hechizo evocador, estimulante, es  invitación al más allá. Ella es y nos invita a vivir el paso del yo al tú, donde se conjuga el Amor. Es inspiración, asimilación de sus comportamientos profundos. La relación con Ella impone, exige una superación y cambios de raíz por nuestra parte.

  Mirarla es comprometerse,  en ser conciente  del amor de Dios  y contribuir en sus planes con decisión y prontitud, optando por el bien y la justicia.

  Respirar a María es una transformación de amor, es un volcarse en la Madre para sumergirse solamente  en Dios.

  María no es una historia de ayer, una poesía de hoy, o un sueño de mañana. Nuestra actitud no se puede quedar en sentimentalismo. Nuestra vida de espíritu no es opio o evasión, sino una inserción totalmente consciente en la historia, dejando nuestra vida con empeño en ello, por todo lo que es bueno por amor a  Dios y a los hombres. Vivir como María, proseguir su obra, haciendo nacer a Jesús entre los hombres, hacer verdad nuestro presente,  trayendo y haciendo realidad en nosotros la salvación y el amor de Cristo, entrar en  una relación con Dios de amistad, de comunión, dejarse transformar por el Espíritu para unidos a Cristo, trabajar en la Tierra por la humanidad nueva ¡María! ¡Templo perfecto de amor! Tú que tienes la sencillez de los pobres, la libertad de los hijos de Dios, la virginidad del Amor, la alegría de la risa.  Danos deseos de caminar contigo hacia la plenitud.

  Gracias a Ella, a María, por ser  ¡CAUSA DE NUESTRA ALEGRIA!

                                              ¡Sí, a la vida!