18 octubre 2013
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San Lucas, evangelista. Patrono de los sanitarios. Compañero de Pablo, no conoció a Jesús ni fue testigo de su Resurrección. Escribió el tercer evangelio y los hechos de los apóstoles. Conocido como el evangelista de la mansedumbre y la misericordia, de la navidad e infancia de Jesús.
Los cristianos somos elegidos, llamados, designados, enviados a ser mensajeros de la gran noticia, de la alegría de la resurrección.
Creer en su Palabra es seguirle, experimentando la salvación que libera de toda esclavitud, cooperando junto con Cristo, y los santos en la construcción de la Iglesia, en la transformación de la humanidad y del mundo, haciendo la gran familia de la caridad, de la fraternidad de la esperanza, de la alegría, de la felicidad, de ¡Dios!
Todos los que honradamente miran a Jesús, aceptando su Palabra, se encuentran con una realidad distinta, asombrosa, pasmante; la apertura a un mundo distinto no para soñar, sino para vivirlo en el Hijo de Dios, el que cautiva y enamora, el seguirlo es hacerlo a través del fuego y el espacio, siendo la aventura más sobrenatural, maravillosa, y fantástica jamás imaginada: caminar, andar, convivir, comer, compartir, vivir, amar, con el mismo Hijo de Dios. Jesucristo el Resucitado, Vivo para siempre.
Caminemos abandonados, libres, hablemos, proclamemos la gloria del Señor, las hazañas del justo y bondadoso que está cerca de los que lo invocan sinceramente.
Preparemos su llegada con humildad y sencillez con Los ojos puestos en El, no en las cosas del mundo.
Los cristianos somos elegidos, llamados, designados, enviados a ser mensajeros de la gran noticia, de la alegría de la resurrección.
Creer en su Palabra es seguirle, experimentando la salvación que libera de toda esclavitud, cooperando junto con Cristo, y los santos en la construcción de la Iglesia, en la transformación de la humanidad y del mundo, haciendo la gran familia de la caridad, de la fraternidad de la esperanza, de la alegría, de la felicidad, de ¡Dios!
Todos los que honradamente miran a Jesús, aceptando su Palabra, se encuentran con una realidad distinta, asombrosa, pasmante; la apertura a un mundo distinto no para soñar, sino para vivirlo en el Hijo de Dios, el que cautiva y enamora, el seguirlo es hacerlo a través del fuego y el espacio, siendo la aventura más sobrenatural, maravillosa, y fantástica jamás imaginada: caminar, andar, convivir, comer, compartir, vivir, amar, con el mismo Hijo de Dios. Jesucristo el Resucitado, Vivo para siempre.
Caminemos abandonados, libres, hablemos, proclamemos la gloria del Señor, las hazañas del justo y bondadoso que está cerca de los que lo invocan sinceramente.
Preparemos su llegada con humildad y sencillez con Los ojos puestos en El, no en las cosas del mundo.
¡Sí, a la vida!