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3 diciembre 2022 6 03 /12 /diciembre /2022 10:18

 

 

 

 

 

   Es muy dura la carta de amonestación de Pablo a la comunidad de Corinto, por admitir con su silencio el hecho de que hubiese entre ellos quien vivía descaradamente, una relación amorosa con la mujer de su padre, les ordena excomulgarlo y entregarlo a satanás. Esto último no podemos entenderlo literalmente, es apartarlo del seno de la comunidad, para que sea consciente de la gravedad de su situación y reparando el pecado de la carne y rehabilitado, volver a la iglesia. Dejando claro que la corrección es por ser este miembro, pecador cristiano, no teniendo para nada que actuar con los no creyentes.

 

   Nosotros somos una comunidad de pecadores invitados, atraídos por el Señor, conscientes que por nosotros mismos no podemos estar limpios de pecados, esperamos en Dios con humildad, por ser Él nuestra salvación, por lo que diligentemente sin desalentarnos por amor a Jesús, nos levantamos con arrepentimiento sincero, en la confesión de nuestros pecados. Para esto, tenemos que estar despiertos para reconocer nuestras debilidades y errores. Ya que el mal nos esclaviza y Dios nos quiere libres, ¡viviendo en plenitud!.

 

   El pecado nos lleva a un permanente desorden, a confusión, pudiendo llegar a ser enfermedad del alma y del cuerpo; nos quita la paz, la serenidad, la alegría, el equilibrio, el sabor a lo espiritual.

 

   El alma necesita ser alimentada con la Palabra ,y los Sacramentos que nos mantienen unidas al Señor, haciéndonos crecer en las virtudes: humildad, verdad, justicia, amor... De lo contrario se pierde el rumbo. No podemos permanecer en la iglesia persistiendo en el mal, es una honra servir al Señor pero para esto, tenemos que estar limpios, transparentes, en continua conversión para que arrepentidos, pacíficos, enamorados mostremos el rostro de Dios. Si lo que tenemos es soberbia, ira, codicia, sexualidad, injusticias, nos mostramos a nosotros mismos.

 

   Estamos obligados, a ser rectos y consecuentes con nuestros actos, no podemos los cristianos permanecer donde hay hábito de pecado por falta de voluntad, por dejadez, dando mal ejemplo, ofendiendo, escandalizando, actuando como si no creyéramos en Jesús y lo hacemos cuando abortamos, nos separamos, nos enriquecemos injustamente, vivimos de todo lo material acumulando, no rindiendo en nuestros trabajos, no siendo justos con nuestros trabajadores, vamos a misa, participamos en grupos... y después somos agresivos con nuestros juicios y criticas, no olvidamos las ofensas etc. etc. Es imposible el permitirnos convivir con el pecado, acostumbrándonos a el terminamos viéndolo normal, nos abandonamos dándole más valor a lo profano que al querer del Señor.

 

   La sexualidad ,la pasión carnal por placer, siempre hace daño a los otros y a nosotros mismos. No somos animales viviendo y obrando por instintos. El amor es la donación más sublime de Dios, a la humanidad. El amor entre dos personas que han sido bendecidas por Dios en el matrimonio, da paso a la relación sexual donde se manifiesta los más sinceros y limpios sentimientos, es una entrega que nos conduce al crecimiento, a la maduración de dos personas que se aman con el amor de Dios. Es entender lo que es el darse, la pureza, la bondad, el servicio, el amor... Es rozar, a la otra persona no sólo con el cuerpo, sino abrazarla poniendo lo mejor de cada uno, con el corazón mismo, lleno de delicadeza y verdad para ayudarse el uno al otro a desarrollarse en todo lo bueno.

 

   De hecho no hay nada más tierno y bonito, que ver en una pareja madura o anciana brillarles los ojos, cuando se miran con puro amor, creo que es una manifestación de bendiciones de Dios hacia ellos.

 

   A la persona que falla nunca la podemos rechazar, con aptitud de condena, ni avergonzarla, menos aún en público, tenemos que acogerla como si fuera un hijo con nuestros brazos abiertos, pero sin aceptar las malas acciones, ni mirar para otro lado, ya que con nuestra actitud podemos hacer creer que aprobamos el mal. Debemos rezar y manifestar la realidad de la situación con cariño y comprensión pero pidiendo un cambio de actitud, sin acritud, ni falsos puritanismos. La llamada al redil si fuera necesaria en esta comunidad, siempre le corresponde a las servidoras, los demás... ¡a orar!

 

   No podemos vivir de lo que queremos con falsas ilusiones, sino de lo que somos ¡pecadores!, pero con la certeza de que cada momento es nuevo, y nos da la oportunidad de empezar una nueva historia para que una vez enderezados podamos disfrutar, sin angustias, ni deseos imposibles, sí, con la realidad que tenemos. No autoexcluyéndonos rompiendo la comunión con Dios, dejando de ser ofrenda de su gloria.

 

   Nos mostramos al mundo, como  personas tristes, cansadas, agobiadas, continuamente quejándonos, tirando... si realmente creemos que Jesús ha resucitado para librarnos del pecado, nuestra vida en Dios debe de ser una continua fiesta, Si nos sentimos amados y salvados, ante esto, lo que venga venga, disfrutemos de Jesús de su presencia. Nunca seremos felices lejos del Señor, “Como dice el Papa Francisco, vivamos la alegría del Evangelio”. Derrochemos y transmitamos felicidad, optimismo esperanza, paz. ¡Buscando en todo su gloría!

 

                                                  !Sí a la vida!     

 

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