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14 febrero 2023 2 14 /02 /febrero /2023 11:20

Salmo 139

 

 

Eclesiástico 1, 1-10

 

 

    Conocido como libro de la asamblea, fue escrito entre 180 o 190 años antes de Cristo, el nombre del autor Jesús Ben Sirac quedó recogido en esta obra, que es un tratado en el que exalta la sabiduría y el comportamiento moral, en cada acto de nuestra vida, con normas de urbanidad explicadas, elogia e invita a adentrarse en la espiritualidad, proponiendo la ascética en la practica de todas las virtudes, recomendando: la oración, la conversión, la confianza, el sacrificio, la alabanza, la acción de gracias, hacer bien al prójimo...

 

   Dios es la raíz, la fuente inagotable de toda sabiduría, ¡siendo Cristo la sabiduría encarnada! La Palabra creadora de Dios que colgó en una cruz, ¡es nuestra sabiduría! (Cor 1, 22-23) “Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; más para los llamado, lo mismo judíos que griegos, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios” Esta sabiduría ha sido derramada en todas las obras de sus manos, Jesús nos la da por medio del Espíritu Santo, al igual que Salomón, debemos desearla, pedirla y buscarla, No es regalada para propiedad nuestra, toda gracia, todo don que se recibe es para el servicio de la iglesia y beneficio de la comunidad.

 

    No es lo mismo conocimiento que sabiduría. Sabiduría no es brillar por lo que hemos aprendido, ni la podemos lograr por nosotros mismos, nos es dada, abriendo el entendimiento, penetrando en el corazón del alma limpia, humilde, dócil, que vive conforme a la voluntad de Dios, reconociendo y ofreciendo su nada que es llenada del Espíritu del Señor, dándole a conocer, gustar y saborear los misterios profundos y escondidos de Dios. Este don es fuente inagotable de alegría aún en los sufrimientos.

 

   Quién lo recibe pasa a “ser, en el Ser,” desde la esencia del mismo Espíritu que es el que actúa a través de nosotros. Es entrar en las entrañas del Amor, viviendo ya de esta ciencia porque el Amor es la reunión de todas las ciencias. Aquí, te impregnas de la locura ¡de su Amor! que hace nueva todas las cosas viendo y viviendo desde ella, no hay nada inigualable a este saber que nos hace andar en la amistad y protección de Dios, siendo impulsados a querer y hacer el bien.

 

    El Espíritu Santo es el alma de la iglesia y de cada cristiano, es el amor de Dios que hace de nuestro corazón su morada, realizándose ahí la comunión entre Dios y el hombre. El primer don de Dios es el mismo Espíritu Santo, y el primer don del Espíritu es la sabiduría que nos hace ver todo según Dios, esto viene de la comunión, de la intimidad con Él. No es un saber humano con respuestas para todo, sino saber de Dios; como actúa, cuando una cosa es de Dios o no, es una sabiduría dada al corazón. Quienes tienen sabiduría de Dios, todo en ellos habla de Dios y hace presente al Señor y a su amor. “Es sentir como siente Dios, hablar con las palabras de Dios, ver con los ojos de Dios, escuchar con los ojos de Dios, escuchar como lo hace Dios, amar con el corazón de Dios, juzgar las cosas con el juicio de Dios” P. Francisco.

 

    Esta sabiduría nos cambia los conceptos y el orden de las cosas. Al ceñir nuestro actuar conforme al evangelio, se vive sin suntuosidad, ni fingimientos, huyendo de falsedades, buscando siempre el bien y la verdad, tolerando todo lo adverso con paciencia. (Santiago 3, 17). La sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacifica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía! Es vivir con el corazón elevado hacia lo alto, dejando de tener la mente saturada de las cosas de este mundo. Se vive para el amor, por el Amor y desde el Amor, viendo a Dios en todo. No podemos poner el corazón, la vida y el alma en cosas caducas, sino sirviendo al Señor tanto en oscuridad, como en luz.

 

    María, trono de la Sabiduría, sé Tú faro en nuestro caminar oscuro, que nos revistamos de humildad y pobreza, en la desnudez del dolor de la cruz . Concédenos del Espíritu Santo que nos purifique y nos conceda el don de sabiduría para que al igual que Tú , nuestras vidas no sea otra que el amor a Dios, que nuestro corazón esté despierto, gozoso y expectante ante la realidad de la inhabitación de la Trinidad. !Así sea!


                                                      ¡Sí a la vida!

 

                                                                          


 

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