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22 noviembre 2011 2 22 /11 /noviembre /2011 12:16

 

 

 

 

 

 

perro.JPG

 

  Un fin de semana, en una de mis salidas al campo, acompañada por mi perrita "Bola" junto a una fuente, me encontré con una galga,  esquelética y muy  deteriodada, chorreando leche de sus muy hinchadas y enrojecidas tetillas. Estaba sumamente aturdida y asustada.

 

   En los días sucesivos, continué viéndola,  recorriendo las calles, como buscando algo,  siempre huyendo, por lo que decidí  ir provista de comida cada vez que salía, por si la volvía a ver. Sin darme cuenta, entré en ésta dinámica y cuando fuí consciente, ya estaba metida de lleno en la situación del animal, sacando de mi escaso tiempo idas y venidas, trás de ella, para que comiera.

 

   La gente viéndome el trasiego que traía, me orientaron, diciéndome donde se encontraba la perra y en que situación.

La habían abandonado en el pueblo a principios de primavera, y en el mes de septiembre parió diez cachorros, de los cuales, cuatros se le habían muerto de calor,  ella misma los había enterrado, otro, se lo habían quitado, por lo que se encontraba con los cinco restantes en un hoyo de muy dificil acceso, a pleno sol de verano. La situación de los animales me angustió, al ver que si empezaban las primeras lluvias serían arrastrados por las aguas, busqué ayuda en el Ayuntamiento, en las protectoras, en la gentes, todo fue en vano. Después de echarle trabajo y paciencia una protectora (que igualmente que las otras, estaban saturadas de animales) se comprometió a poner las fotos de todos en su página web  y a esperar... a ver si salía alguién que los adoptaran. De manera que mis salidas de tardes se convirtieron en idas y  venidas, andando, saltando, subiendo, trepando, buscando y bajando con la comida acuestas, los días que me eran imposible salir, era tal mi sufrimento que llegué a implicar a mis amigos más cercanos. Una de mis amigas, al ver lo mal que lo estaba pasando, con la situación de los perros, acompañadas por otras personas, se saltaron al solar y sorteando los obstáculos bajaron hasta donde se encontraban los cachorros y ante el desconcierto y miedo de la madre, a prisa y corriendo metieron unos tras otros a los preciosos perrillos en una gran bolsa, saliendo de allí, a todo gas, como buenamente pudieron. Yo, que me me encontraba de viaje, cuando llegué a casa, no me podía creer lo que mis ojos veían, en un lugar confortable con abundante comida y agua se encontraban cinco lindos y chiquitines cachorros, todos chillando y llorando asustados unos sobre otros. A la mañana siguiente trás la cancela nos encontramos a la galga,  según nos dijeron se había pasado allí la noche llorando. Dije de abrirle las puertas y retirarnos,  así lo hicimos, el animal sin dudar  entró como una bala y se echó junto a sus crías, las cuales se le avalanzaron deseosos de mamar, era un espectáculo el verlos, una gozada. Fueron pasando los días sin saber que hacer con aquel golgorio de perros, los sacabamos al sol, donde se formaba una juerga de diminutos perros y de gente,  teníamos que tener un máximo de talento y habilidad para movernos sin pisarlos, porque por todas partes aparecian y reptaban, nos daba la impresión de que no  hubiese cinco, sino cincuenta. ¡Madre mía, cuanto perro! Al no querrerlos pisar pisabamos las cacas.

 

   Poco a poco fuimos encontrando dueños para los cachorritos, y la galga a la que llamábamos Julia, empezó a escaparse para buscarlos pero siempre volvía a casa porque sabía que los demás la estaban esperando, así hasta que sólo le quedó una que nadie  había querido por fea "Blanquita" Entre la galga y yo,  se creó una profunda relación de amistad, llena de confianza y abandono, sin resto de recelos. Sólo se dejaba tocar por mí, procuraba sacarla por las tardes, al principio caminaba con timidez  y  poco a poco con alegría, iba por las calles pavoneándose como una señora, como si fuese diciendo " ¡Eh! ¡Cuidadito que tengo dueña! Era la admiración de todos con cuantos nos cruzabamos, hasta nos paraban y habia quien les echaban fotos. Terminamos por hacerle una preciosa perrera donde se quedaba con "Blanquita" y ante el llanto de ésta cuando salíamos a pasear, me animé a llevarla, de manera que ya eran tres, con la mía,  ésto, se convirtió en rutina, en los días sucesivos. Hasta el momento que me llamaron de la protectora para pedirme que les llevara a Júlia porque había una família interesada en adoptarla, se me encogió el corazón, pero...  Sabía que de no hacerlo le cerraba las puertas a  otros posibles animales abandonados.

   Llegó el día, y acompañada por dos amigos sacamos a la perra y ante nuestro asombro y sorpresa vimos que el rabo lo tenía medio comido, mi consternación fue tremenda al ver como "Blanquita" jugando le había dejado el rabo.  Sin saber que hacer con el rabo, iniciamos el largo y dificultoso viaje por no tener ni idea de como llegar hasta la protectora. Cuando al fin nos encarrilamos, dimos de bruces con una reja y trás de ésta, no se que cantidad de perros, se me encogió por dentro todo, al saber que tenía que dejar allí al animal que apretujándose contra mís piernas, temblaba. Viendo que no podía contener el llanto, dije que iba a dar una  vuelta   para que la perra se tranquilizara, dejando a mis amigos con la encargada que nos estaba atendiendo, ya solas y a moco tendido, hecha un primor, me encontré de cara con la señora que la iba a adoptar . La habían llamado para que  conociera a Júlia, entre hipíos, como pude, le conté ha historia y el comportamiento de la perra.

 

   Y allí la dejé... donde la esterilizarán, le cortarán un trozo de  rabo y la darán en adopción, no quise verla entrar, les pedí que se esperaran a que nos marcharamos. 

 

   De vuelta a casa "Blanquita" seguia gritando y llorando por su madre, esa misma tarde otra familia se la llevó.

   Ahora desde mi habitación, veo la perrera vacía, sin el brillo de esos lindos ojos serenos, bondadosos y tristes. Quisiera  que  hubiese entendido que no la he abandonado, que la quiero, que le estoy agradecida por haber tocado y pasado por mi vida

   ¡Julia, se  feliz, con los que van a ser tu nueva familia y olvida todo el sufrimiento que has padecido!

   En la página web de la protectora que acogió a Julia leí:

 

        "La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados según la forma en que tratan a sus animales" Mahatma Gandhi  

 

        22/11/2011

 

                                             ¡ Sí a la vida !

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