El blog de Botellas a la mar

    San Pedro de Alcántara, religioso franciscano. Se identificaba con Cristo crucificado, vivió en permanente penitencia y austeridad, de tal manera que Santa Teresa dijo de él: "parece estar hecho de raíces de árboles”. Introdujo grandes reformas en su orden y organizó a los franciscanos de España, en el trato era dulce y sensible.

    Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espíritu nuevo, derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará. Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países y os llevaré a vuestra tierra, vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios. Y… nosotros, confiados en la promesa del Señor esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en la que habite la justicia. Porque El se acuerda de su juramento y alianza eternamente, de su Palabra sagrada por mil generaciones.

    Dice San Pablo: “no es la Ley la que nos salva, lo que nos salva es la justificación obtenida por la fe, como todo depende de la fe, todo es gracia”. Nuestra fe es la respuesta de fidelidad a su Palabra, una fe que transforma nuestra vida, Dios es nuestra fe y por esta fe somos salvados.

    El Espíritu Santo, Señor y dador de vida, nos unge, nos guía, nos ilumina y nos capacita haciéndonos uno en Dios para poder vivir la vida de fe y fidelidad en correspondencia al Maestro, para que El continúe en nosotros su obra de salvación; haciéndonos canal, donación de sus dones en favor de los hombres. Para esto, hay que vivir de los sacramentos, de la oración y de la contemplación de su rostro –el más bello de los hombres- del que siempre se derrama la gracia.

    Los seguidores de Jesús no tenemos que vencer en nada, –nada más que a nosotros mismos- sólo manifestar nuestras actitudes convertidas en hechos de salvación y amor, mostrándonos como hombres nuevos, humildes, arrepentidos de nuestros pecados, que viven del Espíritu del Señor. Que nuestro comportamiento coherente sean los gritos -que no pueden acallar- que hablan, proclama y aclama la existencia de Dios, la verdad de que Jesús Vivo permanece en medio de nosotros para ayuda de toda la humanidad, para sacarnos de toda destrucción, amargura y muerte.

                                                                               ¡Sí, a la vida!