El blog de Botellas a la mar

  Santas Pelagia y Tais, Mujeres como la Magdalena, una vez convertidas, llevaron una vida de penitencia.

  Hoy he recibido una lección de buen hacer, he estado en el hospital, viendo a mi amiga Manoli quien rodeada de sus familiares se encuentra en estado crítico, ayer le pregunté a una de las hermanas si le habían llevado algún sacerdote, me dijo que no. No me corté, al decirle que sería bueno ya que recibiría la bendición del Señor recibiendo paz y sosiego. Viendo que no lo iban a hacer, le pedí que si la dormían lo hicieran, contestó afirmativamente.

  Cuando llegué abrió sus muy hinchados ojos, esbozando una mal dibujada sonrisa, en su desfigurada cara. No me acostumbro al sufrimiento ni a la muerte aunque están diariamente presentes ante mí, lo que me hace pedir constantemente, con insistencia y con sufrimiento por las personas que se encuentran en esta situación, al Señor de la Vida.

  Sin pudor ante las hermanas le dije que le llevaba un abrazo de la Virgen y de Jesús, su familia salió dejándonos solas, me recogí y oramos con fervor.

  Después, llegó una enfermera llamada Mª José, preciosidad de mujer, rebosando servicio, atención, amabilidad, sincera caridad; me embelesó el verla actuar con tanta exquisitez, al irme le di las gracias, me contestó: “no me las dés, solo ejerzo mi profesión que es la mejor del mundo.”

  ¡Ojalá! Todos consideremos nuestra profesión la mejor del mundo, reflejando en ella la luz de Cristo.

                                                ¡Sí, a la vida!