Érase una vez, en el principio de todo principio de la historia, cuando no existía la vida, que la Luz brillo entre el caos, la confusión y obscuridad por encima del abismo, surgiendo lo que conocemos como nuestro mundo. Fue hecho tan solo por la Palabra del Dueño del Universo, por su Voluntad, resultando ser lo que hasta nuestros días nos ha llegado; perfecto en su conjunto de armonía, magnífico en sus contrastes de colores, agua, tierra, animales, cielo, sol, luna, estrellas; todo desembocó en este gran Hogar, total y único que acoge a los hombres, hechos a imagen y semejanza de quién los creo por medio de su mismo Espíritu. Para unas relaciones en paz de los que convivimos, de modo que todos veamos, sepamos, advirtamos y consideremos que la mano de Yahvé ha hecho ésto. El Santo de Israel lo ha creado.
Este Creador, Señor de los señores, Sabio entre los sabios, mas allá de toda sabiduría, vive en la verdad que es y como conviene a su rango de Dueño, siendo la Luz verdadera que ilumina a todas las personas por ser su delicia los hijos de los hombres, hasta el punto de venirse a vivir con nosotros. Prefirió nuestra tierra a todos los cielos con sus constelaciones…
Y la Palabra se hizo carne en un seno humilde, virginal, donde en un trueque insólito, increíble, fue concebido el que no puede contener el universo entero, y se hizo hombre, poniendo su morada entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo Único, lleno de gracia y de verdad. En la noche, en un instante, la Vida, la Luz, irrumpieron a torrentes, a borbotones, a caudal como volcán en erupción inagotable, llenándolo todo, de lo que El es, de su ser de Dios. Haciendo nuevas todas las cosas.
El que creo por amor, condujo a su pueblo por amor, se hizo hombre por amor, convivió por amor, murió y resucito por amor, se hace uno con nosotros por amor, su tesoro mas valioso y su Don el amor, la aventura mas insospechada y maravillosa, el amor. Todo lo anegó y envolvió en su corazón caliente de Hombre y de Dios.
Pese al tiempo transcurrido, en este nuevo milenio, continuamos celebrando la venida de nuestro Señor. La Iglesia, regada por la vida de multitud de hombres y mujeres, continúa viviendo el suceso más insólito y transcendental de toda la historia: la Encarnación y Nacimiento de Jesús.
Todo el pueblo cristiano, lleno de los sentimientos mas nobles y bellos brotados del corazón, vivenciamos en la noche el comienzo de la mejor y única historia de Amor.
Las ciudades, los pueblos, la gente, la fe, todo se junta para gustar desde lo más profundo de cada persona la verdad de nuestras vidas. Nuestro creer, esperar y ser en Dios.
¡Sí, a la vida! ![bebe gateando[1]](http://idata.over-blog.com/3/38/90/48/bebe_gateando-1-.gif){kind=small}
