Hoy entre otros santos se festeja Santa Apolonia de Alejandría virgen y mártir, abogada de las enfermedades de dientes y muelas, -le rompieron los suyos con piedras- murió en la hoguera a la que ella mismo caminó sin ser empujada.
Santa Anna Catharina Emmerik es una santa insólita por su vivencia de Cristo, con el que vivía continuamente, vivió toda la pasión del Señor -estaba estigmatizada- por sus visiones conocía mejor Tierra Santa que el sitio donde vivía. Sus escritos son únicos y especiales por los datos que da de la vida del Señor, llega al punto de contar como se recogía la capa Jesús para subir las escaleras.
Estas dos Santas son ejemplos de cómo no hay que ser sabios e inteligentes, para ser luz y sal en la tierra. En su sencillez y humildad tuvieron sabiduría para alimentarse y caminar con el Dios que nos irradia y transforma para dar testimonio de su amor.
La sal conserva los alimentos evitando la corrupción y dándoles sabor, la luz fuente de vida, sería imposible vivir sin ella. Jesús, nos pone estos dos ejemplos que hacen mención de alianza, de vida, de solidaridad.
Si nuestra alma no la adormecemos aletargándola y obscureciéndola con las tinieblas de nuestras malas obras, mediocres, insípidas, llenas de falsedad; reflejamos y portamos al mismo Señor. Nuestra Luz, Luz de las naciones, Gloría de Israel ¡El sólo Justo, Compasivo y Misericordioso! Ya que son las buenas obras las que iluminan; compartiendo los bienes, dando pan a los hambrientos, hospedando a los sin techos, vistiendo al desnudo, poniendo en ello la vida y el amor, con el corazón y la mente abiertos, hecho pan que se parte y se reparte como Jesús.
Viviendo para las necesidades y el bienestar de la humanidad, dejando que la luz de Cristo ilumine e impregne las obras de sus manos que somos todos nosotros. Mientras más consciente del amor de Dios, más nos involucramos con la historia y con la vida de los hombres.
Por lo tanto las buenas obras son la sal y la luz que hace que no nos marchitemos, siendo testigos del amor de Dios.
Ser humano junto con Jesús para que a su contacto nos divinice.
¡Sí, a la vida!