El blog de Botellas a la mar

           Celebración de la basílica de Letrán y de la Patrona de Madrid, María de la Almudena.

  El nueve de noviembre del 324 terminó las persecuciones contra los cristianos, dedicándose “al Salvador” esta basílica construida sobre el monte Celio, es la parroquia del Papa, Obispo de Roma. Fue sede durante siglos de los sucesores de Pedro dónde  tomaban posesión de su cargo, siendo símbolo de la unidad de las iglesias del mundo, con la iglesia de Roma. Es la Madre de todas.

   Oremos  por nuestra Iglesia universal y por los madrileños o matritenses, para que seamos Luz y fuego de Cristo.

   El  lugar de encuentro con Dios es Jesucristo, el verdadero Templo que nos hace ser templos vivos de Dios por la entrega de su Vida por nosotros. Todas las personas son sagradas por el que habita y mora, no debiendo  cometer abominaciones profanándolas o profanándonos. El Señor en el evangelio de hoy se manifiesta enfadado por la profanación del templo de Jerusalén, de igual forma, nosotros podemos estar   como el templo de los judíos, siendo  también casa de mercaderes; corruptos sin dignidad, sucios en total desorden, dónde, la presencia de Dios la tenemos nublada por la ceguera de nuestra alma y la dureza del corazón, viviendo en tinieblas, a rastra a tientas, tirando de nosotros mismos, sin autenticidad, vacios, muertos. Sin la alegría que perdura, viviendo en la perdición.

    Jesucristo es Templo del que brota gracia, vida y salvación es el que purifica y consagra  el templo  de Jerusalén y el de nuestro cuerpo, porque “el Altísimo consagra su morada” De su costado, de su Corazón Divino traspasado, brota el agua viva del Espíritu de Dios que limpia, vivifica y da vida: reparando, sanando, santificando. Que la alegría de la corriente del Espíritu nos arrastre.

   Querer vivir el esplendor de la vida, sin la comunión con el Espíritu es inútil, por tener nuestro interior inutilizado, adormecido, embotado. Por la razón, de que no es lo mismo experimentar y sentir con los sentidos de cuerpo, que degustar con las entretelas del alma, (inocentes, sanos puros) hasta la raíz del espíritu,  inmersos en la comunión con Dios y la creación.

  Que sepamos lo que es grato a sus ojos y lo que es recto según sus preceptos, que el celo de su casa nos devore, que El sea la cama donde repongamos las fuerzas fallidas y las ganas de vivir la vida cristiana, que vivamos y muramos de amor que encontremos y fomentemos el encuentro personal y comunitario con Dio, para vivir en E,l siendo hermanos en el Templo de su Gloria, formando Iglesia, fraternidad, dando culto al Dios Trino y verdadero. Qué el encuentro con Jesús, su belleza, nos haga salir corriendo para proclamarle.

                                                                ¡Sí, a la vida!